viernes, 9 de julio de 2010

Kseniya Simonova's

RESURRECCIÓN

Los cuatro hombres están a punto de hacer descender el ataúd por la fosa. Pero no lo hacen. Retroceden sobre sus propios pasos y vuelven a introducir la caja en el coche. La pequeña multitud que conforma el séquito fúnebre empieza a moverse, y lo hace de una forma extraña: caminando hacia atrás, como los cangrejos. Desandando el camino que acaban de andar. Ahora es el coche el que empieza a moverse, también marcha atrás. Resulta cómico ver a toda esa gente así, parecen niños jugando a ver quién aguanta más sin darse la vuelta. Pero nadie lo hace. Finalmente, llegan a la puerta y se van disgregando. Yo también estoy entre ellos. También camino hacia atrás. Mi ansiedad es infinita.


Y como un cangrejo se mueven las agujas del reloj. Cada segundo un segundo menos. De pronto, estoy otra vez en el hospital. Con cara de desolación. Pero la desolación se va desdibujando, porque las revoluciones que lo mueven todo se han aliado conmigo y no avanzan más. Escucharon mi súplica desesperada en el cementerio y frenaron en seco.

Y, milagrosamente, volvieron a arrancar contracorriente.

Y otra vez estoy contigo.

Y te están quitando todos esos tubos.

Y ya no lloro. Nadie llora.

Y salimos de ese lugar horrible.

Y nuestro coche emprende su viaje al pasado.

Yo conduzco.

Y como cangrejos subimos las escaleras de casa.

Y ahora estamos sentaditos. Viendo la tele.

Riéndonos, como si nada.


Elena.

jueves, 1 de julio de 2010

Rosenberg Trio - For Sephora

Aprender a aprender

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia

entre sostener una mano o encadenar un alma,

y uno aprende que el amor no significa recostarse,

y que una compañía no significa seguridad,

y uno empieza a aprender.



Que los besos no son contratos,

y los regalos no son promesas

y uno empieza a aceptar sus derrotas

con la cabeza alta y los ojos abiertos.



Uno aprende a construir todo su camino en el hoy

porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes,

y los futuros tienen una forma de caerse a la mitad.



Después de un tiempo uno aprende que “sí” es demasiado,

y hasta el calorcito del sol quema.

así que uno planta su propio jardín,

y decora su propia alma,

en lugar de esperar que alguien le traiga flores.



Y uno aprende que realmente puede aguantar

que uno realmente es fuerte,

que uno realmente vale,

y uno aprende y aprende...

y con cada adiós... uno aprende.


JORGE LUIS BORGES?