lunes, 14 de noviembre de 2011

Luis.


LUIS from diluvio on Vimeo.

Dos.


Permanecíamos recostados el uno sobre el otro. Ella exhalaba un suspiro. Mientrás, yo permanecía callado escuchando el latído de su corazón. Ese tic-tac cálido, lleno de sabor, ávido de calor, repleto de color.

Ella respiraba con la intensidad de un ser cansado. Su cuerpo rozando el mío, transmitía su sudor a través de mis poros. Su jugo era mío. su respiración cansada permanecía ocultando sus ganas de vivir.

Permanecimos así, solapados el uno junto al otro, ocultámdonos nuestros designios, el uno junto al otro, respetando el silencio de nuestras pasiones, y manteniendo oculto el espíritu de nuestro ser.

Al llegar el alba nos despertamos, todo lo que fue pasión se convirtió en torpes movimientos, que ocultaban lo que había ocurrido la noche anterior. El cariño y la pasión habían desaparecido. Las bonitas palabras ya no encontraban su espacio de deleite.

Como ante los bellos momentos de la vida, esas noches de pasión imperturbable....responden a los gratos sentimientos que compartimos. Pero como reflejos de ellas resurgen las despedidas.

Después de un desayuno torpe, lleno de desagravios a la noche, llegó el momento del adiós, como otro cualquiera, sin más razones que la falta de palabras, sin más deseos que los miedos a la verdad del corazón.

Ella se puso de pie y beso mis labios con pasión, con una pasión falta de deseo, llena de incertidumbre, vacía de sensaciones. Entoncés me dirijí a la puerta del bar, y cuando abandonaba el lugar nuestras miradas se entrecruzaron a través del cristal.

Su sonrisa llena de sensaciones se fundió con la mía, como el único momento verdadero de aquella torpe mañana.