miércoles, 17 de julio de 2013

domingo, 12 de mayo de 2013

Un reencuentro inesperado.

Estabamos pendientes de su llegada. La verdad que no sabíamos cuandos sería, pero si teníamos esa pequeña sensación del reencuentro,  motivada después de tantos años de separación. Para nosotros 
seguía siendo nuestro amigo de la juventud, las circunstancias por las que había pasado nos preocupaban, por que era nuestro amigo. Pero lo que de verdad reforzaba nuestras ansías, más alla de 
esas particularidades, era las ganas que teníamos de verlo.

Habían pasado ya, unos quince años, desde la última vez que lo vimos. En aquel momento todo le iba muy bien, mientras los demás no encontrabamos un trabajo estable, el era ya responsable de una área de ventas internacional, cuyo sede central sería México. La verdad que cuando vino a visitarnos, al bar de siempre, nos contaba cosas que era dignas de vivir.

Así pasaron los años. Le perdimos la pista, una vez que supimos que que se había quedado a vivir allí, por lo que se ve, había encontrado el amor allí. No se si fueron hace unos ocho años, cuando nos enteramos que lo habían metido en la carcel, por no se que de narcotrafico. La verdad que no nos pegaba de él, pero también es cierto que a cualquiera le gusta el dinero fácil.

Esperamos en la puerta del antiguo bar de reunión, se suponía que Antonio había ido a buscarlo al aeropuerto. Todos estabamos tranquilos, charlando mientras nos tomabamos unos refrigerios. Aún así, entre todos nosotros había cruzadas miradas, en busca de la legada del coche.

Así, estuvimos unos horas hasta que llego el coche. Lo vimos bajar junto a Antonio. Nada más llegar, todos nos dirjimos  a él abrazarlo y saludarlo, con efusividad. Yo no me levanté hasta que él no se acerco, lo abracé y le dije al oído, bienvenido hermano.

 Pasamos horas tomando, y tomando. Y sobre todo recordando las historias de los tiempos pasados, los momentos vividos en la niñez, que no fueron más que aventuras pasadas, recordadas y las cuales nos dieron argumentos para reirnos un rato. Todo el mundo estaba feliz, menos él, que al parecer estaba un poco absorto, fuera de contexto, como si acabará de aterrizar.

Todo en el me chasqueaba. No sé. Sería su acento mejicano, su tez, o solo su comportamiento. Pasaron las horas y decidimos entrar en el bar. Les puse a todos unas copas, la mayoría de ellos estaban bebidos, y no se enteraban de mis dudas. Llegado un momento, me dirijí a él, con cierto desdén. 

- Qué te pasa, me contesto.
- No me pasa nada, más que no te conozco, que no eres quien dice ser, y que no te he visto en mi vida.

Su cara fue un poema. Durante un rato miró hacia el suelo, sin contestar. Todos los demás se quedaron sin respuesta, y dirijieron sus miradas haca él. En ese momento empece a ver cierta perplejidad en sus rostros.

- Quien eres, le pregunto Antonio.  Cuando te he hablado de nuestra niñez, he tenido que contarlo todo, no te acordabas de nada.

Pasarón los minutos, y su cara seguía mirando hacia el suelo. Después de un momento decidió reconducir la situación.

- Creo que  o he sido un buen actor. Me he hecho pasar por un persona, que creo que era importante para vosotros. Más por mi necesidad, que por otra cosa. Conocí a vuestro amigo en la carcel, el me hablaba de todos vosotros todos los días. Como os podís imaginar, si el no esta aquí en mi sitio, es que nunca salió de la carcel.
(durante segundos las miradas de todos se fijaron en el suelo, mientrás algunos ya sollozaban)

Por su parte nuestros visitante seguía con su historia.

- Al ser español, algo no muy recomendable en una carcel de méjico, fue objeto de extorsión de la mayoría de las mafias de la carcel, sujeto a constantes violaciones, y un día, un día, ya no apareció, por la celda que compartíamos. Cuando me acercé a preguntar a los carceleros, me cerraron la boca de inmediato. Pasarón unos días, y cuando ya estaba todo olvidadó llego una notificación para que se presentará custodiado en la embajada española. Hay empezó mi papel, y aquí he llegado.

 Entoncés me dirijí a él con el sosiego, que en aquel momento podía demostrar.

- Mira visitante. Haz el favor de salir de este bar, y por el nombre de mi amigo, hoy te perdono la vida. Si la vida nos volierá a encontrar, te aseguró que será el último día de tu vida.

Mientrás el desconocido visitante se iba del bar. Todos estabamos enojados, por como la vida nos había arrebatado la ilusión de reencontrarnos con nuestro viejo amigo.

Adios hermano, estes donde este, descansa en paz.  (Repetimos mecanicamente todos a la vez).  

      





        

domingo, 7 de abril de 2013

Desenfocadas

Destrozos de diás pasados 
nublan mi presente.
Un presente incomodo 
lleno de disputas encendidas
que desatan los desechos 
del pasado.

Entre ellos surge como
respuesta, la dulce imagen
de un cuadro. Imagen velada
de sentimientos
que destroza a su paso su futuro
como un ser sin respuestas.

Sin más intención que subsistir 
se amarra a las luces desenfocadas
de su realidad.  Desechos de un 
pasado incierto que buscan respuestas
sin preguntas, que buscan sentir, 
sin preocuparse, sin transcender, 
sin olvidar el foco de un luz que persigue
su estela como reflejo de sus imperfecciones. 

lunes, 11 de febrero de 2013

El cielo, día y noche.

El cielo, día y noche from Juan Pastor on Vimeo.

La escapada.

Nos desvanábamos el sexo pensando en como escapar de allí,
al fin y al cabo solo era un caserón en medio del campo, y
solo nos distanciaban a penas unos 7 kilómetros del pueblo.
Evidentemente, las condiciones de escapada no eran las
mejores, era invierno, hacia mucho frío, nos podíamos perder
por las escarpadas montañas  de la zona, sobre todo por que
desconocíamos el terreno, y también por que la nieve y la ropa
de invierno eran un impedimento.

Aún así lo decidimos, marco y yo guardamos comida durante
unos días, ropa de abrigo y nos pusimos en contacto con un
lugareño que había pasado casi toda su vida entre los cerros,
la verdadque lo que nos contó, no nos sirvió de nada, pero
nos hizo un pequeño dibujo, que nos serviría a modo de plano.

Habíamos decidido escaparnos por un respiradero que salía hacía
afuera, pasaba por los servicios que en la noche no solían tener
mucho trasiego, y utilizaríamos una madera que habíamos
escondido para pasar la zona más peligrosa con 15 m de caída
al vacío.

Pasamos, por todos los sitios, con bastante sigilo hasta que nos
toco hacerlo por la caída, a marco se le atravesó y nos retraso
bastante. Aún así al final pasamos, todo el trabajo parecía
realizado, salimos y ya pudimos notar el frío de la noche. Nos
desplazamos por los montes siguiendo los planos que nos
había dado el lugareño, hasta llegar a una casa en lo alto de
un cerro, entramos y nos  resguardamos del frío de la noche.
A la mañana siguiente el día clareaba, pero marco no estaba
en su edredón de paja.

En ese momento abrieron la puerta de manera estruendosa,
y un hombre con un uniforme verde se dirigió a mi
reprobandome.

- Bueno papa, otra vez te has escapado del hospital.
- Perdone, yo a usted no le conozco.
- No claro papa, yo solo soy un guardia civil, que viene aquí a
buscarte cada vez que te escapas, por que soy buen profesional.
- Pero yo he venido con Marco, mi amigo.
- Papa, ya te lo he dicho muchas veces que Marco solo existe en
tu cabeza. Y el mapa que te trajo aquí esta dibujado en un trozo
de periódico antiguo, y te lo hizo tu padre cuando eras niño, para
que no te perdieras cuando traías el ganado a esta zona a pastar
en invierno.
- Usted, no es mi hijo, y además no le conozco.
- Claro papa, y además tu no te has escapado de un hospital, verdad.