miércoles, 21 de diciembre de 2011

The Arctic Light


The Arctic Light from TSO Photography on Vimeo.

Don Goyo y Yaya

Por las mañanas, a lo lejos se escuchaba el lamento lastimero de una flauta de carrizo que ululaba canciones añejas, acompañadas armónicamente por el chanclear de unos botines polvorientos y el sonar metálico de unas monedas que se encontraban dentro de una vieja y deformada vasija de peltre. Quien tanta bulla hacia era don Goyo, aquel personaje de nuestra ciudad traído por el Ángel de la Oscuridad. Era un Joven levemente encorvado por causa de los agobios que la vida le había prodigado. Se le veía de tiros largos con una chaqueta cuya holgura, vejes, color mugre y arrugas, delataban su edad y procedencia, sin hebra de camisa, se la abotonaba hasta la nuez de la garganta, cuando la inclemencia del invierno lo helaba, y en primavera, sin mayor recato la aflojaba, dejándola jugar libremente con la suave brisa. De su pantalón ya raido, podríamos decir, que no tenía mejor apariencia.

Cosa curiosa, doña Yaya, a quien se le veía deambular por las tardes en la acera de enfrente, había nacido en la misma fecha que don Goyo pero de la mano del Ángel del Silencio, una mujer solitaria y triste por demás sencilla en su modo de vestir, falda y blusa de vivos colores y unos botines de punta. Asido a su mano izquierda cargaba invariablemente con un cuerno hueco que se pegaba a su oreja izquierda. Contaban que era tal su ansia en busca de escuchar alguna voz que de pequeña se entretenía en hacer enormes papalotes de periódico para que las nubes se encargaran de platicarle los más bellos cuentos, estando segura que todas las cosas que le rodeaban tenían su propia lengua. Y así pasaba la vida tratando de entender aquellas muecas y jeroglíficos de ese idioma ajeno a ella que no lograba escuchar, sin poder gran cosa discernir.

Cómo era su costumbre, don Goyo avanzaba despacito, muy despacito, por la calle, y de trecho en trecho suspendía su silbido para tantear, con su bastón de palo, las paredes, los postes y los desniveles del suelo. En su desgracia se le veía con frecuencia envuelto en un torbellino de malas palabras repartiendo garrotazos al sentir la provocación de los muchachos maldosos que le jalaban los faldones intentando robarle su pobre instrumento musical o bien entreteniéndose en golpearle, con largas varas, el bordón, en medio de una impetuosa gritería.

En una ocasión de estas, por azares de la vida, que pocos comprenden, pasaba a deshoras por ahí a doña Yaya, que viendo tal escena, acudió a la solicitud de auxilio de aquel ser, que pedía ayuda iracundamente a gritos, y entrando en batalla campal, lo defendió a pedradas, arrojándolas a ton ni son, en contra de sus léperos agresores.

- Gracias, parece ser que por hoy los hemos ahuyentado, ya veremos mañana.
- Mmmm, yaya.
- Pero ¿dime cómo te llamas?
Mmmm, yaya.
- Si no deseas hablar, por mi está bien.
- Mmmm, yaya.
Este fue el final de tan amena conversación.

Cómo se entendieron, nadie la sabe, pero de ahí en adelante se les veía juntos, y cómo poco a poco iba floreciendo entre ellos una alianza inexplicablemente perpetua.

Con el paso del tiempo ella se encargó de darle una mejor vida, velaba su sueño, lo alimentaba y lo consentía y por las mañanas el baño diario se hizo costumbre para después ataviarlo elegantemente de payasito, con traje parchado, venda para ocultar la oquedad de sus ojos, cachucha de lado, y unos enormes zapatos muy bien boleados. Y así, adecuadamente acicalado, lo conducía a la fuente de la romántica Venus, que se encontraba en el centro del parque Gaudiana, donde don Goyo deleitaba a los transeúntes con su canto, mientras ella se daba a la tarea realizar algunas representaciones mímicas, guiada por la mano rítmica de su fiel compañero. Al final, felices recogían las dádivas que los buenos corazones les depositaban en sus viejos botecitos de metal.

Pasaron los días, los meses y los años, hasta que, para su desgracia, por una orden de la autoridad, los gendarmes empezaron a llevarse a los mendigos y menesterosos de aquel bello lugar y de nuevo gran trifulca entre aquellos seres que la sociedad despiadadamente había tenido a bien segregar.

- Por el amor de Dios, no me abandones mi vida, -se le escuchaba con desesperación gritar a don Goyo-, mientras era arrastrado por unos brazos insolentes.
- Mmmm –contestaba ella-, y anegada en llanto veía como se llevaban a su compañero, para más tarde, posiblemente, entregarlo al asilo municipal a cargo de unas monjas, quienes le darían lo que jamás tuvo en vida.

Y así como el destino los unió en defensa de una sociedad ciega y sorda, los separó de nuevo. Ahora Yaya solitaria lamenta su desgracia en un lúgubre café, entreteniéndose en hacer, con las hojas de un viejo libro que le regaló de don Goyo, pequeñas palomitas de papel, para después repartirlas asiduamente, llevándose algunas de ellas sus grandes penas y otras su infinito mensaje de amor, confiada en que algún día verá pasar aquel hermoso hombre que desapareció de súbito, colmado de buenas intenciones, a la vuelta de aquella tenebrosa esquina.

Rafael García.
http://www.losmejorescuentos.com/

viernes, 16 de diciembre de 2011

Noches pasadas.

Noches de sensaciones perturbadas,
recuerdos de días pasados
emborronados en el ayer
por noches enegrecidas por el alcohol.
Despertares somnolientos
abrumados por la pestilente bazofia
que erupta sin reparo del estomago.

Destrozos malolientos de pasajeros
que vomita tu vida con el reparo
de un ser sin presente, sin esencia y sin olvido.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Luis.


LUIS from diluvio on Vimeo.

Dos.


Permanecíamos recostados el uno sobre el otro. Ella exhalaba un suspiro. Mientrás, yo permanecía callado escuchando el latído de su corazón. Ese tic-tac cálido, lleno de sabor, ávido de calor, repleto de color.

Ella respiraba con la intensidad de un ser cansado. Su cuerpo rozando el mío, transmitía su sudor a través de mis poros. Su jugo era mío. su respiración cansada permanecía ocultando sus ganas de vivir.

Permanecimos así, solapados el uno junto al otro, ocultámdonos nuestros designios, el uno junto al otro, respetando el silencio de nuestras pasiones, y manteniendo oculto el espíritu de nuestro ser.

Al llegar el alba nos despertamos, todo lo que fue pasión se convirtió en torpes movimientos, que ocultaban lo que había ocurrido la noche anterior. El cariño y la pasión habían desaparecido. Las bonitas palabras ya no encontraban su espacio de deleite.

Como ante los bellos momentos de la vida, esas noches de pasión imperturbable....responden a los gratos sentimientos que compartimos. Pero como reflejos de ellas resurgen las despedidas.

Después de un desayuno torpe, lleno de desagravios a la noche, llegó el momento del adiós, como otro cualquiera, sin más razones que la falta de palabras, sin más deseos que los miedos a la verdad del corazón.

Ella se puso de pie y beso mis labios con pasión, con una pasión falta de deseo, llena de incertidumbre, vacía de sensaciones. Entoncés me dirijí a la puerta del bar, y cuando abandonaba el lugar nuestras miradas se entrecruzaron a través del cristal.

Su sonrisa llena de sensaciones se fundió con la mía, como el único momento verdadero de aquella torpe mañana. 

lunes, 10 de octubre de 2011

EL PRECIOSO NIÑO-SER

--El hombre hueso con la costra de la piel bruja magma estaba expuesto en los bajos de un sueño, los hombres tenebrosos retenían los sueños de aquellos que dormían y los multiplicaban por el infinito. La mayoría de las veces era una experiencia estúpida, pero otras teníamos en cambio lo que tengo ante ustedes.

El conferenciante descorrió un panel en el que estaba dibujada una abominación:

--Como ven—prosiguió—todo lo que está escrito y era cierto también aparece reflejado aquí: las mandíbulas ignífugas, sus ojos perfectos y la mayoría de la osamenta mitad humana, mitad otra cosa...

--¿Mitad qué cosa?—preguntó el profesor.

--Probablemente—encogió su puntero—no lo sabremos...

Me sentí relajado. Todo mi esfuerzo había obtenido su fruto. Excepto en ocasiones especiales, el trabajo de documentador de la colonia me resultaba poco interesante. Esta era una de ellas, una criatura había aparecido y al parecer prematuramente. Según una determinada religión, todavía no se esperaba su descubrimiento. El caso era que estaba allí, que había aparecido y que nadie se atrevía a tocarlo. Sólo teníamos fotos.

--Estoy harto de este hombre y de sus muertos vivientes—me dijo la acompañante que me había asignado mi departamento--¿Es que no tenemos suficientes desgracias en este sector del planeta?

Comprendí que mi acompañante no había entendido nada, pero no había nada que entender: una raza alienígena había creado una criatura que se había creado a sí misma, después adoptó una forma humana y después fue la de la raza de seres cuya forma tomó los que adoptaron la suya, para acabar el último resultado no era el definitivo, parecía que se había creado en una especie de perfecta atracción un individuo capaz de ser aquello que la comunidad deseaba, por eso los únicos datos de los que disponía El Consejo eran extraños, hablaban de culturas arcaicas cuyas exégesis eran las únicas válidas por provenir de una mentalidad mitológica, pues lo más extraordinario de aquella criatura era no poder ser entendida por la razón.

--Se trata del mito en estado puro—me dijo mi compañera moviendo su tercer ojo color violeta—, ésto tenía que ocurrir.


Ranxa no me inspiraba confianza pero era inteligente. Se había añadido un tercer ojo color violeta que la otorgaba un aspecto ciclopéico y se había hecho modificar sus manos para que sus uñas acabasen en garras azules. Por lo demás tenía lo mismo que todas, extensiones mamarias garantizadas y cuadriceps con tejido muscular suplementario biónico que la otorgaba esa fuerza tractiva sobrehumana de la que gozan otras hembras de la confederación diseñadas genéticamente. Al menos Ranxa era una procreada-modificada-de origen humano, yo me negaba a trabajar con nadie que no hubiese sido procreado de forma natural, ni los androides, ni los clones, ni los hombres-artefacto me gustaban lo más mínimo. Debía tener unos noventa años y aparentaba veinte, se dejaba el sueldo en regenerar continuamente su tejido celular. Valía la pena, según ella el sentido de la vida consiste en vivir lo más posible para ver lo más posible; yo que había vivido para experimentar hubiera estado muerto ahora de no habérseme sustituido mis órganos internos por gas vivo inteligente que suplía mis necesidades corporales. El único órgano que conservaba intacto era mi cerebro y a fecha de hoy sigo sin saber por qué no realizo en él unas modificaciones que me permitan comunicarme con mentalistas, telépatas y seres de otras dimensiones. Supongo que porque en mí la cordura y el raciocinio provenían de una orgullosa naturaleza humana que no quería modificar en absoluto.

--Salgamos antes de que venga la prensa—le espeté a Ranxa.

Los pasillos se iban iluminando indicando la dirección que debíamos tomar, para otros los pasillos se iluminarían en otra dirección y marcarían otros recorridos. La superpoblación mundial y estelar había creado una obediencia perfecta a las directrices urbanísticas, los edificios inteligentes nos indicaban por dónde teníamos que ir con sólo leer nuestros códigos genéticos, de esa forma repartían las atmósferas necesarias según las especies, la presión y la densidad del aire. Salirse del camino marcado significaba la muerte, por eso una procreada nunca me traicionaría, compartíamos el mismo medio en el que podría subsistir con éxito nuestro organismo.
Sentía ganas de compartir mis teorías con cerebros con un grado de evolución similar al mío, cuando llegamos a la base de la colonia que se había implantado en el centro expositor mi sentí como en casa aunque estuviera muy lejos de mi planeta. Sólo entonces pude retomar mi conversación con Ranxa:

--Creo que se trata del mito en estado puro—dije en voz alta tratando de impresionar al miembro del Consejo destinado a la zona--, no creo que nos enfrentemos a una forma de vida sino a una forma de energía.

Un par de amigos fingieron aplaudir desde la pantalla holográfica de videoconferencia, me sentía arropado.


--Tal vez Lexter no ha querido darse cuenta—dijo un colega refiriéndose a mí con cierto desdén de desprecio—de que estamos hablando de una doncella-dios de capacidades ilimitadas... Pido por ello que se nos permita trabajar con los gunas o los otroruiba o con alguna raza supermental hiper-evolucionada.

--Que los factores escapen a nuestra capacidad de inteligencia humana, no significa que estén al alcance de otras inteligencias superiores—me defendió Ranxa--, más bien me inclino a pensar que estamos viviendo una revolución a escala cósmico-universal.

--Si tan seguros están de sus teorías—apuntó el miembro del Consejo—les ruego que investiguen in situ el lugar del fenómeno, el planeta Esfera fue creado con tecnología extraterrestre para los terrícolas cuando La Tierra se congeló tras el invierno nuclear y su atmósfera es respirable por ustedes, lo cual no les exime de seguir los recorridos marcados por los edificios inteligentes incluso en población. El monte Tbur ha sido elegido por la entidad superior de naturaleza incomprensible para el descomunal acontecimiento, confederaciones policiales de cinco galaxias tienen controlada la zona, confío que sus pases de documentadores les exoneren de cualquier complicación. Buena suerte y buen viaje.
Acto seguido salieron por las terminales del ordenador de Ranxa y el mío unos billetes de viaje en cohete común retropropulsado por plasma y dos vales para una habitación doble en un digno hotel de la plataforma espacial expositora. Podía sentir la envidia de mis compañeros. Ranxa me guiñó su ojo color violeta y desde la terminal de conferencia holográfica mis amigos me hacían el signo de la victoria de las guerras wolfe en las que participaron.

--Espero en que el sistema de televisión satélite funcione—dijo Ranxa nada más quitarse el mono de protección ultravioleta—y que la parte reptiliana de tu cerebro humano que no quisiste modificar no me traiga disgustos esta noche.

Después Ranxa se río como intentando quitarle hierro al asunto, al mismo tiempo que yo me daba una ducha de isótopos mejoradores aderezada de haces de luz regenerativa, escuchaba a Ranxa conectar el programa lingüístico del aparato a alguna de las lenguas que conocíamos en la tierra.

--Parece que tuviera un collar—comentó de uno de los invitados al debate.

--Es un dispositivo en la garganta, como un botón que abriera algo.

--¿Seguro que estamos viendo una forma? Tal vez no sea más que un tipo de onda energética corpórea, un ente de plasma.


Ranxa volvió de nuevo a su paranoia:

--Parece que tuviera un collar.

Miré a aquel sujeto, a través de todas sus secuelas tenía unas piernas que parecían pelos metidos en sus botas. Contesté:

--No, pero es como si hablara con su cuello.

El fanatismo discursivo de aquel ser televisado me resultaba inquietante, parecía estar disfrutando de lo que era su momento...

--Paladea las simas más allá del dolor—dijo el ser de los pelos y el collar--, se encontraba abotargado pero consciente cuando lo encontramos—el extraño ser se toco un apéndice de su cara que debería ser un ojo--, lo trajimos enseguida con nosotros y a mitad de camino comenzó a nombrarnos por nuestro nombre y a decirnos cosas de nuestro pasado que ya habíamos olvidado. Cosas oscuras sin solución. Al alejarnos se volvió a una señora vestida de verde y le predijo su futuro. Le dieron un alto al suelo pero sus ojos se transformaron en un robot, sus pensamientos me sabían a sangre—el extraño ser se quedó un momento reflexionando--: a sangre.

Aquel tipo me pateaba los testículos, era un enorme boll de comida desechable lleno de grasa y se atrevía a emitir juicios en referencia a no sé qué tipo de valor atribuido a la raza de su inteligencia.

--¡Vaya a dónde voy no puedo evitar quién ser, pero que me aspen si comprendo a este engendro!—proferí.

--¡Ya volverás a ver tus nenas con el pelo azul!—gimió mi compañera poniendo voz de policía--¡Ay, qué cansado estás!

Y se tumbó sobre la cama. Me acerqué a mirar sus rizos, tenía siluetas, de cuando en cuando la naturaleza estilaba. La maleza de afuera se convertía en un chicle y ese mismo chicle se convertía en pasta y humo y después en materia, luego en una pálida vegetación y después en maleza.

--¿Te resulta extraño su mecanismo de evolución, verdad?—me dijo ella desperezándose echada--¿Qué harías tú si no pudieras sobrevivir de otra forma?


Me acongojé pensando que estábamos sobre un planeta que no era un ente vivo sino una forma holográfica aleatoria cuya dimensionalidad hacía el instrumento de la diversión de una criatura nanogenética de primer orden, implantada en nuestro cerebro como las drogas RND, y que variaba junto a un programa exterior la hediondez de unos planetas por su especie diseñados y que eran mortales de necesidad para nuestros sentidos. El resultado es como decorar un excremento con un sprai de purpurina. Yo siempre he dicho que con las llamas se hizo el dolor, pero aquellos rojos escaparates no se me hacían soportables, volví a mirar hacia el televisor. El siguiente elemento tenía una corona de energía como una boina de salchichas mirando para su cabeza. El resto del fulano un poco más que eso: dos pares excelentes de extremidades y unas ojivas en sus mejillas de las que parecían sobresalir unos látigos. Al parecer los mekenianos se enzarzaban con ellos para hacer el amor ¿Pero qué se puede esperar de una especie parásita?

--Chupa tela—dijo mi compañera desenchufando el aparato--, y tenemos que recuperar la calefacción.

A través de los siglos la energía ha sido siempre la misma y a través de los siglos los caseros se han encargado de economizarla, y en un hotel de las estrellas no va a ser menos, la energía de la onda del láser no es asequible y sin embargo debajo del lavabo había un cartel con una luz verde que se iluminaba poniendo “Gracias compañero” sólo cuando conseguías orinar en el centro de la taza. Todo formaba parte del tejido de un mundo paranoico que había traído el siglo XXI y que heredamos de aquel entonces, ahora todo es un contubernio de luces alumbrando las fosas nasales en busca de simplezas sin precedentes como nugas sin casa, exiliados mifonditas y demás micromundos de seres de universo milimétrico pero que con la globalización mundial de las comunicaciones intergalácticas podrían ser enemigos del sistema capaces de propagar la peste nuclear sobre cualquier estrella. Imagina un Estado Terrorista en medio de tu sucia nariz, incluso dentro de ella. ¡Y decían que de cerca eran bellos con ojos de antílope y sin embargo tenían tecnología que les llevó a hacerse tan pequeños que yo no los vi nunca! Los nugas eran un pueblo sin evolucionar cuando llegamos hasta ellos, pero adquirieron rápidamente conocimientos de nuestra tecnología y a hacerse invisibles, pero no inexistentes. Cuando en las guerras wolfe quisimos destruirlos no los hallamos nunca, pero estaban allí, en un grano de arroz. ¡Y nosotros creyendo que imitarían nuestros conocimientos de para las balas con los dientes! Desde luego para mí está muy claro que el planeta Radón les ayudó con su gel estupidizante que pusieran en las pastas de dientes, no podíamos dejar de sonreír y de darnos la mano en el despacho de la ONU pero con las encías dolidas porque la pasta era adictiva y con la idea alterada de que un pueblo que no está dispuesto a matarse entre sí está dispuesto a luchar contra los otros. Todos llevamos con nosotros al enemigo, somos nosotros. Cuando trabajaba para una empresa privada, los últimos cuervos vivos de los que disponía la humanidad golpeaban con sus picos el cristal de mi ventana, pájaros cuyas alas vistió la muerte me hacían recordar que probablemente mi abuelo había sido el último niño en conocer a un hombre sordo. Admiraba esa época en la que la vejez existía y la carga de años descomponía poco a poco las capacidades del cuerpo, ahora, la vejez era un tema recurrente de las películas y la literatura e incluso existen drogas que han sido creadas con el objeto de reproducir los achaques de la vejez y aunque una vez probé una y sólo conseguí chochear, lo cierto era que mi generación y yo sentíamos curiosidad por experimentar la decadencia y la decriptud más que otra cosa y las que nos siguieron no hicieron sino disparar su curiosidad. Llegó un verano en el que los simuladores de vejez se vendieron tanto como los de sexo y sensaciones intrauterinas, aquellos días yo no tenía vacaciones y ahora me siento como si las hubiera recuperado. Quizá el hotel de las estrellas proporcionado para mi trabajo con la colonia fuese las primeras vacaciones importantes de mi vida.
Me sentía feliz con estos pensamientos y mi felicidad fue total cuando miré a mi compañera dormir con los hombros desnudos entre flores tristes y muertas, parecía un juguete que alguien hubiera guardado en un lugar silencioso.
Me puse un antifaz para leer sus pesadillas, mi única droga era mirar en el interior de la mente de las mujeres, sus especiales desvelos oníricos durante el sueño. Al fin y al cabo el antifaz se activaba con una frecuencia de sueño adecuada. Cerré los ojos para ver su sueño. Estaba en un lugar en que era limpia y transparente, su piel brillaba como el filo de un cuchillo afilado, había agua dentro de ella y alrededor, por un momento me pareció serena y dulce. Sus ojos se reproducían en un cristal miles de veces. Dicen que los gemidos de placer y dolor son parecidos pero una mancha de sonido hacía desaparecer las emisiones de voz de su boca, sólo la recuerdo abriéndose en la luz para luego caer en la oscuridad y ver brillar sus ojos una y mil veces reproducidos, quizás un sentimiento de culpa inexpresable por haberse injertado el ojo frontal color violeta, pero ese no era su color, creí reconocer el gris de mis propios ojos y su forma... ¡Sí, eran mis propios ojos observándome! Ella sabía que yo tenía conectado el dispositivo para entrar en sus sueños.

--Yo también fui adulta—dijo Ramxa arrancándome el antifaz--, antes de volver a ser una niña traviesa que comprende tu indiscreción.

Entonces me sentí perdonado, pero había sido demasiado curioso y eso me pesaba:

--Lo siento—dije.

Nunca he besado los pétalos de una flor, no he sido un tipo sensiblero, pero la intimidad a la que me había dado acceso sólo podía significar que me apreciaba, hasta entonces había envidiado la ilusión en los hombres, desde aquel día comprendí que la gente encuentra sus motivos, motivos para avanzar o para seguir estando como está, pero motivos.

--Quiero que veas esto, es un cuerpo sin figura—mi compañera se puso en pie delante de mi vista—, y esto es lo único que tengo—dijo haciendo el gesto de abrirse la cabeza en dos como si fuera un naranja--. Y ahora no quiero volver a verte jamás en mi mente cuando sueño.

--No te preocupes—la calmé.

Luego se hizo el silencio y volvimos cada uno a nuestra cama, tranquilos y sabios, ilesos de la batalla del amor.
Al día siguiente tenía tan mal aspecto que le pareció que me había quedado dormido con la ropa puesta:

--Buenos días, lector de sueños.

--¿Te encuentras preparada para el viaje?

--Quisiera que fuera como tiene que ser.

El viaje transcurrió con normalidad, el hiperespacio es fácil de alcanzar a velocidad de la luz. Las manifestaciones a favor del ente encontrado se sucedían sin cesar, a un nivel galáctico se había interpretado su aparición como una señal de algo. Decían que su presencia iba a parar todas las guerras, otros decían que vendría a traerlas, otros que su llegada era un acto de amor, otros que sólo supondría desgracias. Yo no opinaba nada, me sentía receloso. Tenía miedo de que mis prejuicios por lo sucedido pudieran interpretarse como una exquisitez de mi carácter, mi inteligencia no era tan refinada como para no poder necesitar expresar lo que siento.

El caos se extendía, las sirenas de vehículos policiales y la maquinaria pesada de diversos ejércitos se encontraban allí, la zona más que protegida estaba custodiada, el monte Tbur era una ciudadela inexpugnable. Miles de personas de todas las creencias, razas y planetas se habían dado cita allí. La ostentación de los enviados oficiales y la prensa contrastaba con la penuria de los peregrinos y monjes de todas las estrellas. En el aeródromo era difícil rechazar los papeles de información, publicidad, y propaganda política que caían en tus manos por medio de infinidad de repartidores y emisarios, ya en la zona álgida el flujo de estas gentes había descendido, quizás producto del orden militar.

--Vamos allá—me animó mi compañera.

Cuando llegué a la zona pensé que todos deberíamos ir tocándonos la cara, ir contagiados de algún virus mental, sentir la necesidad de percibir nuestro propio cuerpo, su respiración sigilosa. Pensaba en ello inconscientemente porque había leído en una octavilla “Una extraña enfermedad viene para morir” Yo no sabía que mi compañera ya estaría al corriente, además ambos llevábamos nuestras cámaras conectadas en la pupila, todo lo que veíamos y pensábamos se almacenaba en una base de datos a miles de millones de años luz.
Decidimos preguntar a un agente.

El policía se hacía un lío para tratarnos de usted y explicarnos lo sucedido:

--Los primeros que llegaron iban armados con subfusiles y armas con elementos tóxicos, luego vinieron los hombres de la ciencia dando coordenadas y enfundados en plásticos. Les estábamos esperando a vosotros pero como pueden ver la situación no está controlada.

El policía desplegó sus brazos para seguir dando órdenes pero ya estábamos lejos del ángulo de su visión, el planeta debería tener alguna estructura suprainteligente que permitía a los miembros de nuestra comunidad identificarse entre sí o al menos identificarnos a nosotros. Los seres vivos recién llegados se mostraban como tocados por una luz especial, nos fijamos en un grupo que parecía estar efectuando una extraña danza.
Nos quedamos un tiempo como hipnotizados con su arte que tenía el don de transferirse a los más cercanos.
Habían llegado a impresionarnos, todos a su alrededor se movían deslizándose como mágicamente o de espaldas, todos tenían un sistema perfecto de actuación, una excusa brillante casi todo el tiempo pero nada había sobrevivido, el planeta era un solar desierto horadado por máquinas. Nos dirigimos hacia un lugar más recogido, un extraño surtidor de alguna substancia desconocida proveía de elementos vitales a un grupo extraterrestre que no me era del todo ajeno a mí, quizás ya habíamos coincidido en otras misiones. Una vez activado el sistema de traducción conseguimos establecer contacto. El que parecía tener más edad se dirigió a nosotros mientras libaba ese extraño elemento:

--Creo que dijeron de ella que era una preciosa niña con las medias azules y que su pelo era como del color de la luna y sus ojos eran como dos luceros plateados, estaba quieto y sonreía en su sueño de mil años.

A nuestro paso las impresiones sobre la venida del extraño ser se fueron sucediendo en una cascada de informaciones a cuál más subjetiva:

--Era un ser proveniente de un espejo, era el ser que ocupa los espejos cuando nosotros no estamos ahí para reflejarnos

--Era un niño y era otra cosa pero era bella y la otra cosa era eterna y el niño no tenía años.

--Los que lo habían visto se apiñaban en torno a nosotros, casi todos habían regresado con él, lo llevaban consigo pero no pudimos verlo, había muchos y cada uno tenía el suyo y él estaba con todos.

--Era la reina vegetal y la rosa sonámbula, era el cadáver de un dios extinguido, era el representante de una raza de seres de alas membranosas...

Cada vez más confundidos, Ranxa y yo nos acercamos a la ladera del monte Tbur, jamás habíamos visto nada igual. Una estatua enorme y recubierta de vivos colores se erigía majestuosa mirándonos, luego una construcción similar a la de los jardines colgantes de Semiranchs en el reinado de Nabucodonosor. Era como estar en el centro romántico de la Babilonia del dos mil quinientos antes de Cristo con sus almenas y torreones, como asistir al milagro ocurrido en la vieja Mesopotamia terrícola en el año dos mil cuatro de nuestra era. Creí desfallecer. Un eminente científico estaba siendo entrevistado por un grupo de periodistas y nos confundimos con la multitud que curioseaba:

--Ya hace mucho que el mito étnico ha vencido a la responsabilidad democrática, esto es un paso más, el mito se materializa, se coorporiza y emerge de la conciencia inconsciente al flujo racional de la ciudadanía.

El hombre barbado era medio artefacto y medio mentalista, pero de origen humano-modificado. Muy listo, me recordaba a las voces que nos avisaron en La Tierra de que la Tercera Guerra Mundial vendría propiciada por intelectuales que apoyarían los nacionalismos terroristas más fanáticos desde sus cátedras.
Alguien le pasó una foto tamaño enorme con algo indescriptible.
El científico dio esta imagen a la prensa.

--¿Entonces usted creé que lo que todos vemos no existe?—le preguntaron con admiración incrédula unos viejos androides deteriorados de una cadena privada.

--Es muy posible... Puede que todo lo que esté sucediendo lo hayamos creado nosotros, podría tratarse de un caso de histeria colectiva ¡El espíritu y la razón no van juntos! ¡El papel de la ciencia va a un lugar determinado!

Uno de los androides periodistas se dirigió a un curioso:

--Este falso mortal, cuyos tejidos se están empezando a descomponer vivió en la isla del cielo y se cegó esperando—el periodista señaló a un hombre con los ojos saltados de sus órbitas—sin embargo la afluencia de peregrinos al lugar es incesante, lo que están pisando mis manos es maná, camino a cuatro patas sobre esta superficie sagrada ¿Usted que opina de todo esto?—el periodista se puso en pie.

--Soy una máscara, ciudadano. Hasta entonces había creído en valores, ahora creo en creer, mi mente—apartó un dispositivo del interior de su cráneo—está estigmatizada, pero yo voy a ser un punto de encuentro.

--¿Con quién?

--¡Por qué!—respondió la máscara--¡La pregunta es por qué!

Pasaron a dirigirse a cámara y presentar su nueva emisión:

--Hoy en “Soñar con el jamón preparado para abrirles” un programa de la extensión desconocida y el absurdo, nos ayudaremos a abrir nuestra mente a los seres superiores que gobiernan los otros universos mientras nosotros hacemos régimen

Me aparté de las cámaras de la TV, no creía que el ayuno nos llevara al misticismo aunque sociedades enteras lo practican, argollas de piedra colgaban de la escalera de torreón. Me quedé mirando la materia que las conformaba.

--Están hechas de odio—me dijo un peregrino--, como debía de haber sido el alma de los hombres, pero no resistirán los envites de una multitud furibunda.

El peregrino señaló hacia el ocaso, donde empezaba a aglomerarse una turba mugrienta y multicolor de cabezas parlantes y piernas que caminan. Algunos hacían sonar a lo lejos extraños instrumentos, la cháchara se convirtió en un bramido de indignación, el fin del mundo parecía ésto y ninguno de los seres se miraba con la alegría de entrever un nuevo comienzo.
Comprendí que estábamos condenados.


José Ángel Pizarro Nogués.

















martes, 20 de septiembre de 2011

Danza hungara nº 5 de Brahms.

Incertidumbre.



Notas de vida, 
sensaciones,
inspiraciones sin aliénto,
respiraciones contenidas,
éxtasis inhalados 
por aspiraciones sostenidas,
imantadas por los
ecos del presente.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Tempo.



Hace tiempo que no expiro mis culpas,
que no siento sin sentido, el espíritu
de mi desnudo sin despojos
de sangre emanada.

Borbotones de oscuridad asaltan mis pensamientos,
ilusiones vacias de contenido que desantan mi locura.

jueves, 9 de junio de 2011

sábado, 2 de abril de 2011

Columna el Alquimista (Diario el Universo).



Durante mi traslado a un departamento nuevo, descubrí una serie de notas de conversaciones mías con J., miembro de la orden R.A.M., una pequeña cofradía que estudia la tradición oral y el lenguaje simbólico del mundo.
Transformé los textos en diálogos para su mejor comprensión, así que las palabras de J., no son exactamente las que él usó, aún cuando el contenido sea absolutamente fiel a lo que escuché.

Comencé con una conversación, cuando él insistía para que hiciese el Camino de Santiago.

P. Coelho: Dices que hacer el Camino de Santiago es importante. Para hacerlo, necesito abandonarlo todo durante algún tiempo: familia, empleo, proyectos. Y no sé si encontraré lo mismo a mi regreso.
J: Es mejor que no lo encuentres.
PCC.: Entonces, debo arriesgarme a perder todo lo que conseguido?
J: Perder qué? Un hombre sólo puede ganar o perder su alma: aparte de la vida, no posee nada más. No importan las vidas pasadas o futuras, por el momento estás viviendo ésta, y debes hacerlo con comprensión silenciosa, alegría y entusiasmo.
P.C.: Tengo una mujer que amo.
J. (Riendo) Ésta es siempre la disculpa más común, y la más tonta posible. El amor nunca impidió a un hombre seguir sus sueños. Si ella realmente te ama, deseará lo mejor para ti. Además, no tienes una mujer que amas; ella no es tuya.  Lo que es tuyo es la energía del amor que proyectas hacia ella. Puedes seguir haciendo eso en cualquier otro lugar.
P.C.: Y si no tuviera dinero para hacer la peregrinación?
J: Viajar no es siempre una cuestión de dinero, sino de valor. Pasaste gran parte de tu vida recorriendo el mundo como hippie; qué dinero tenías entonces? Ninguno. Apenas alcanzaba para pagar el pasaje, e incluso así pienso que fueron algunos de los mejores años de tu vida, comiendo mal, durmiendo en estaciones ferroviarias, sin poder comunicarte por causa del idioma, obligado a depender de los otros hasta para descubrir un refugio nocturno. Viajar es sagrado: la humanidad viaja desde la noche de los tiempos, en busca de caza, de pasto, de climas más amenos. Son raros los hombres que consiguen comprender el mundo sin salir de sus ciudades. Cuando viajas -y no me refiero al turismo, sino a la experiencia solitaria del viaje- cuatro cosas importantes suceden: Estás En Un Lugar Diferente. Entonces, las barreras protectoras ya no existen. Al inicio da miedo, pero al poco tiempo te acostumbras y pasas a entender cuantas cosas interesantes existen más allá de los muros de tu jardín. Porque La Soledad Puede Ser Muy Grande Y Opresora. Estás más abierto hacia personas con quienes normalmente no cambiarías palabra si estuvieras en tu casa, como camareros de restaurante, otros viajeros, empleados de hotel o el pasajero sentado a tu lado en el autobús. Pasas A Depender De Los Otros. Conseguir hotel, comprar algo, saber cómo tomar el próximo tren. Descubres que no hay nada malo en depender de los otros sino que es una bendición. Estás Hablando un idioma que no comprendes, usando un dinero que  cuyo valor desconoces, caminando por calles por donde nunca estuviste. Sabes que tu antiguo Yo, con todo lo que aprendió, es absolutamente inútil ante estos nuevosdesafíos, y empiezas a descubrir que, enterrado allá en el fondo de tu inconsciente, existe alguien mucho más interesante, aventurero, abierto hacia el mundo y las experiencias nuevas.


De Paulo Coelho.

                                                        

domingo, 27 de febrero de 2011

Redes Psicologia social eduardo punset (Parte 2)

Promocionar o "tratar" la Salud Mental.


Desde la reforma psiquiátrica hace ya varias décadas, una vez superado el “modelo manicomial”, las cosas no han avanzado mucho (http://www.psiquiatria.com/articulos/psiq_general_y_otras_areas/psiqcomunitaria/37173/). Seguimos inmersos en un modelo puramente asistencialista, donde se espera a que el individuo desarrolle todo un compendio de síntomas psicopatológicos e incluso a que éstos se instauren plenamente para comenzar a dar algo de importancia a la salud mental de la persona.

Si se nos han enseñado pautas para reducir tales o cuales riesgos para nuestra salud física, no ha sido así con aquellas necesarias para proteger nuestra salud psíquica. De hecho no es infrecuente que, a diferencia de lo que ocurre con los síntomas de problemas médicos, los de carácter psíquico sean en sus comienzos ignorados por el que los padece, o tenga dificultad para identificarlos, o que espere a que remitan espontáneamente o a intentar “curarse uno mismo”. Prestamos más atención sanitaria a un catarro que a problemas de habilidades sociales o a una baja autoestima; conceptos éstos últimos mucho más desconocidos que el anterior, a pesar de evolucionar con un curso más insidioso.

Por otra parte, el abordaje terapéutico totalmente medicalizado para los trastornos psíquicos a día de hoy está de espaldas a la evidencia científica, tal como publica el NICE (http://www.infocoponline.es/pdf/120808tablaNICE.pdf), en un amplio meta-análisis. Un elevado porcentaje de consultas de Atención primaria se deben a problemas psicológicos (en algunos estudios alrededor del 60%) y se prescriben muchos más fármacos antidepresivos y ansiolíticos de lo indicado para la prevalencia de todos los trastornos juntos que se tratan con ellos, lo que redunda muy negativamente en la presión asistencial y el gasto en prescripciones (http://medicablogs.diariomedico.com/reflepsiones/2009/03/19/salud-mental-atencion-primaria-e-incapacidad-laboral-temporal/ ).

Nos encontramos de espaldas a conceptos como el de Resiliencia, al menos en su significado psicológico, (http://www.bvsde.paho.org/bvsacd/cd61/vellisco.pdf), incapaces de darnos cuenta de cómo la resistencia a la frustración, las habilidades sociales, las estrategias de afrontamiento de estresores psicosociales…juegan un papel crucial en el desarrollo de trastornos mentales en el futuro, y de que estas habilidades se pueden aprender. Iniciativas como el programa Forma Joven pueden constituir la plataforma ideal para la Promoción de la Salud en este sentido, contribuyendo así a “redondear” la atención a la prevención de la salud de los jóvenes, dotándoles de estrategias que les ayuden a afrontar satisfactoriamente los retos de la vida adulta.

Arturo Vellisco García

miércoles, 23 de febrero de 2011

RESPIROS.

Como elementos químicos que me rodean,
como la furia desmedida que me soporta,
como los núcleos ponderados de ilusiones
que me describen y me insuflan.
Respiros de humanidad, resortes de inquietud,
desastres de ansiedad, peligros de evolución.

Así comenzó todo.
Como la luz del amanecer, simple, sosegada,
sín malas intenciones, sola con su simple hábito,
sín más ilusión que su costumbre.
Sín más ganas.
Sín más esperanza que la de un nuevo día.
Un nuevo amanecer.
Una nueva luz,
en el horizonte.