Como elementos químicos que me rodean,
como la furia desmedida que me soporta,
como los núcleos ponderados de ilusiones
que me describen y me insuflan.
Respiros de humanidad, resortes de inquietud,
desastres de ansiedad, peligros de evolución.
Así comenzó todo.
Como la luz del amanecer, simple, sosegada,
sín malas intenciones, sola con su simple hábito,
sín más ilusión que su costumbre.
Sín más ganas.
Sín más esperanza que la de un nuevo día.
Un nuevo amanecer.
Una nueva luz,
en el horizonte.
Somos los número uno de las bibliotecas
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Efectivamente, los filósofos somos los primeros en las bibliotecas. O, para
ser más exactos, somos los número uno, porque los primeros son el cero
(000),...
Hace 2 semanas
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